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sábado, 30 de agosto de 2014

Miedo al cambio

Ayer tuve un sueño. No un sueño mesiánico, no un sueño perturbador. Lo más curioso es que recuerde siquiera el sueño. Mis sueños suelen desaparecer en cuanto abro los ojos, casi por completo, simplemente dejándome un regusto de lo que fue. Alguna vez sueño en momentos muy puntuales, son sueños emergentes, sueños que me avisan, de un modo inconsciente, de que he de levantarme por que he quedado, porque tengo que pasar por algo importante ese día, porque simplemente me estoy meando... He llegado a reconocer a éstos últimos y son de una gran ayuda.

Pero el sueño de ayer era distinto. Estaba en la calle, de noche, puede que fuera mi pueblo, y así lo siento, pero tampoco lo era. Estaba con gente, hablando de no recuerdo qué ahora mismo, y entre ellos se encontraba un amigo mío que hace mucho que no veo. Es curioso lo que hace la mente, y como relaciona las cosas. No se porqué lo eligió a él precisamente, ni porqué lo relacionó con la conversación que tuvimos, ya que hizo aún más extraño si cabe todo el sueño. La conversación llevó a hablar sobre inmigrantes con pateras, sobre el miedo de la gente a aceptarlos. Me extrañó sobremanera oír de su boca todas esas patologías extrañas de las que sufre la sociedad actual, abotargada por el miedo, y que llevan a todos los crédulos a odiar a otra etnia sin motivo alguno.

La conversación fue algo subida de tono, eramos un montón de gente discutiendo razones para odiar. Razones para reflexionar sobre lo que odiamos. Razones de más para algo tan simple, como que todos queremos ser diferentes y aceptados. Que nadie quiere ser igual que el resto, pero nadie quiere pasar por las mismas cosas.

Hoy en día, en un mundo con algo tan fantástico como internet, con la globalización cultural en auge, la filosofía actual viene destilada a través de blogueros, de libros, de fanzines, de películas,... en definitiva del arte del entretenimiento. Esto casa con la necesidad mercantilista de hacernos a todos diferentes, de hacernos pensar que todos queremos lo mismo pero que son pocos los elegidos a tenerlo. El sentirnos superiores al resto. Una necesidad tal que corrompe el entretenimiento para hacernos vislumbrar un mundo como no es, que nos oculta verdades como puños y que quiere pensar por nosotros y que nosotros hagamos caso a las sugerencias. Llega tal dicho estamento a nuestras vidas, que incluso gente que se cree independiente se pone de su parte con ideas preconcebidas que le han sido enseñadas como verdades como puños.

Todo esto ¿a que viene?, supongo que empecé a relacionar la conversación que estaba teniendo en sueños (si, dentro del propio sueño estaba reflexionando, algo imposible de "per se", ya que es tu mente la que controla el sueño) con ciertas cosas que acababa de consumir, y con consumir me refiero a Leer y Ver, y me di de bruces otra vez con un tema recurrente en mi cabeza. La discriminación. ¿Que es la tolerancia? Un medio para permitir que gente aparentemente diferente se mantenga dentro de un mismo estatus quo del que lo soporta. (Es como decir, sí, se que no eres igual que yo, pero te permitiré estar aquí conmigo, aunque no deberías estar) La tolerancia no es más que un amago de la necesidad de diferenciar a las personas. ¿Y el odio? El odio es no aceptar a esa persona dentro de tu estatus quo. En verdad, tolerancia y odio no son muy diferentes. En el fondo, el primero es una parte más relajada del segundo.

En mi vida he tenido infinidad de ocasiones en las que se me ha "puesto a prueba" con decisiones de ésta índole. Me gustaría decir que he superado todas las barreras, pero lo único que puedo decir es que en algunas ocasiones, he sido tolerante, y en las otras no me ha hecho falta ni pensarlo. Y muchas veces, me sabe mal esas pocas ocasiones de tolerancia. Creo que he sido intolerante solo en dos ocasiones de mi vida, con personas concretas, y creo que al final conseguí mejorar dicha relación.

Estamos en un mundo donde la gente odia a otra gente simplemente por vivir en otra zona, por el color de su piel o por su sexualidad. Ya no digamos por tener opiniones contrarias a nosotros, o porque nos incomodan.

En verdad, todo éste odio sólo es parte del efecto "primera vez". El odio hacia algo no es mas que miedo al cambio, miedo en definitiva. Miedo a esa persona de otra etnia porque no soy como él, miedo a ese servidor de la religión X, porque no es parte de mis creencias, como si fuera a convertirme, miedo a esa pervertida, que no para de besuquearse con su novia delante de todos, porque igual querrías estar en su lugar. Pero significaría aceptar cosas resabidas, un cambio no deseado en tu vida.

Un ejemplo claro es como expliqué en mi sueño a mi amigo: No deberías creerte todo lo que dicen sobre los "moros"(así los llamaba mi amigo en mi sueño). Son personas, lo único que les diferencia es que nacieron allí y no aquí. Las únicas "ventajas" que puedan tener aquí no las tienes tú porque seguramente estarías, a) en la ruina y/o b) engañado al estado para conseguir esas ventajas. No puedes culpar a nadie por sobrevivir. Acusarle, si, y que lo arresten, pero no culparlo de intentarlo.


El miedo a lo nuevo sólo se cura de una forma, conociéndolo. Por eso se dice que viajar ayuda a ser más tolerante, o a aceptar otras culturas. Aún así, poco a poco, estamos llegando a un momento histórico en que esas mismas barreras culturales se puedan empezar a diluir, gracias a internet. Internet hace de mochila de viaje para muchos que no pueden permitirse viajar, y hace que la gente piense más de lo que lo hacía antes. Pero aún queda un trecho largo para llegar a la auténtica no-discriminación, porque "no interesa".

Un amigo mio hace años me preguntó una vez, ¿Donde están los filósofos de nuestro tiempo?, aquellos que marcan la diferencia. Mi respuesta fue monosilábica al principio, "INTERNET", luego seguí explayándome. El personalismo es algo inherente a nosotros, pero poco a poco se está diluyendo en tanto en cuanto todo el mundo puede alcanzar a tener las mismas cartas, en el mismo juego. Naturalmente, una figura líder siempre causará pasión, pero lo lógico es que cada vez existan menos de esas y más caras que representen ideas. Ideas que no son propias, pero sí de un colectivo, y que la gente lo apoye. Somos más gente, estamos más informados y hay más diversidad de opiniones. Y si esto ha de prosperar como sociedad global, hemos de olvidarnos de la diferencia, de la tolerancia, del miedo a lo desconocido, al gran caos, y lanzarnos a la aventura de la aceptación y del consenso social.

Todo esto puede parecer ilusorio, pero no es menos curioso que en las zonas conflictivas no haya apenas comunicación hacia afuera, y que los estados más totalitarios intenten controlar la información que llega por la red, por miedo a que sus ciudadanos pierdan el miedo a la diferencia, se rebelen contra un sistema que les impide avanzar, y acaben con su control populista.

Hace 3 días vi el primer episodio de una serie de la BBC, muy valiente en estos tiempos ya que habla del conflicto Palestino-Israelí, a través de los ojos de una mujer britanica judía, a la que de niña la hicieron asistir al asesinato de su padre a manos de un yihadista. "The Honourable Woman". En la serie, la mujer, en un momento dado, dijo que lo que quería para el pueblo palestino era que prosperaran, porque el terrorismo viene de las zonas pobres. Magistral por todo lo que significaba en el conflicto. Israelíes que no querían que Palestina prosperara para que siguieran habiendo terroristas a los que acusar de asesinatos, un ciclo que lleva años produciéndose. La verdad es que no he visto más episodios, le tengo ganas, pero aunque luego la caguen, me pareció una frase de lo más valiente por parte de los guionistas, por el medio donde iban a sacarlo y por los protagonistas en sí.

Estamos inmersos en una cultura que fomenta la inacción con el miedo a lo que dirán, y es algo que está cayendo en picado. Por ello, se necesita más miedo y más desinformación para no perder esa vara de poder que llevan controlando siglos. Un libro que estoy leyendo hablaba un poco sobre el miedo a decir lo que piensas, y otro, por el contrario, conseguía hacer lo cotidiano y lo extravagante como algo casual, tan poco sorpresivo resultaba que pensabas que estaban tomando el te en medio de una sesión de torturas ajenas. Extremos de lo que estoy hablando.

Nadie escapa de todo esto. Ni tu, lector, ni yo, ni siquiera los que piensan que controlan todo el tinglado. Nadie es perfecto, nadie escapa a la intolerancia. El cambio es constante, para bien o para mal, por eso hay que dejarlo fluir. Los cambios llegan. El problema es si llegan con violencia. Entonces, parte del anterior estado permanece, como un rebelde que quiere volver. Se queda como una cicatriz que no puedes curar, y sigue ahí gangrenándose a menos que la cures.

No digo que a veces no fuera mejor una cicatriz de guerra a aguantar estoicamente los últimos retortijones de una mala comida, aunque de todas formas es difícil llegar a un cambio de esa envergadura. Nadie quiere cambiar de verdad, se mienten con los cambios, pero les gusta sus diferencias como están. Sea que su nieta tenga un buen trabajo en estos momentos, como el televisor de 70 pulgadas que se ha comprado para su habitación, o simplemente ser un portavoz de una revuelta que se sabe que no va a llegar a ningún sitio.

Por lo tanto, los cambios no llegarán en 2 años, ni en 5. Igual llegan en 10, pero todo ello, ya se verá. La cuestión es seguir intentándolo, porque eso es precisamente el cambio, seguir intentándolo, sino eres tú, será otro el que tire en una dirección o en la opuesta. Los cambios son nuestra forma de vida. Y eso no lo puede cambiar nadie, mal que les pese.

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