Siento la pérdida otra vez de un amigo. Y a pesar de mi aparente frialdad no puedo más que derramar unas lágrimas por alguien que, aunque lo conociera sólo de aquellas quedadas en Madrid en fines de semana, lo llegué a considerar la mejor persona que conocí en mi estancia Madrileña.
Silencio es lo mejor que puedo proporcionar a todo ésto. Queda en mi memoria y en la de sus amigos y familiares cuan bella persona fue en su vida.
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